Accesorio para refrescar tu casa que muchos sólo usan en invierno

2022-12-08 11:56:54 By : Ms. Rachel Zheng

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Con las alfombras pasa lo mismo que con las bicicletas: también son para el verano. Aunque suelen asociarse al invierno por sus propiedades de aislamiento acústico y térmico, así como al confort que sus cálidas fibras proporcionan en cualquier habitación, también hay otros modelos más refrescantes y livianos, elaborados con materiales naturales, tanto orgánicos como compuestos, ligeros y frescos, que son perfectos para la temporada estival, pues no sólo transpiran sino que también refrescan las viviendas y permiten hacer frente a los termómetros cuando sus grados suben demasiado.

Podría decirse que son alfombras puramente ornamentales, se usan para la decoración, pues hay una única regla para aquellas que solo se quieren usar en verano: que no almacenen calor. De ahí que se eviten no tanto los materiales si no la forma en que éstos están tejidos. Si, por ejemplo, los hilos están prensados y ajustados, y la alfombra guarda cierta rigidez, no conservará cámaras de aire en su interior. Estas cámaras, frecuentes en las alfombras de algodón o lana, son las que almacenan el calor durante todo el día. Justo las que no queremos.

Una manera rápida y sencilla de saber si una alfombra retiene mucho o poco calor es fijándose en su grosor. A mayor grosor, más masa térmica y más calor retenido. Otro factor importante es ver cuánto podemos comprimir la alfombra. Cogiendo una de las esquinas, podemos apretar suavemente con los dedos índice y pulgar. Si la alfombra cambia mucho de grosor cuando lo hacemos, entonces es que tiene una gran cantidad de aire en su interior, y, como dijimos antes, debe evitarse.

Las alfombras con pelos o hilos largos en sus caras son un indicativo de calidez, y las de verano suelen ser más lisas y planas, además de no tener un pelaje largo. Asimismo, el color también influye. No se recomienda una alfombra muy oscura para los meses de la temporada estival, pues ayudará a atrapar el calor. Es mejor una clara, con colores pastel, blancos o amarillos. Si incluyen azules, rojos o verdes, se recomienda que no sean muy intensos.

Tanto si el suelo es de madera, hormigón pulido o baldosas, el colocar una alfombra sobre el mismo puede refrescar toda la estancia. Especialmente aquellas que dan al sur, y que por tanto tienen muchas horas de sol. Esta alfombra de verano evitará que el sol llegue a la madera, hormigón o piedra, todos ellos materiales que tienen una elevadísima masa térmica y absorben el calor del sol durante todo el día. Solo se salvan suelos de azulejos blancos (o muy claros) que despachan muy bien el calor hacia fuera.

Como bien hemos dicho anteriormente, las alfombras de verano se caracterizan por ser más ligeras y de materiales que aportan un extra de frescor a la estancia o que pueden situarse tanto en el interior como en el exterior del hogar. Existen diferentes materiales para estas alfombras estivales, adaptándose cada uno de ellos a un estilo decorativo diferente. Lo ideal es que se elija aquel que más nos convenga en función del espacio donde la vas a poner y el acabado que se quiera dar. Es importante saber que cada material tiene unas características concretas.

Por ejemplo, las alfombras de fibras naturales no pueden mojarse, pudiendo usarse en interiores o en exteriores cubiertos. En cambio, las de materiales sintéticos son resistentes a la humedad y, en algunos casos, también a los rayos del sol. Estos aspectos permiten que pueda aprovecharse el poder decorativo de este tipo de alfombras para ambientar una zona exterior, como un balcón o terraza. Entre sus características destacadas, además de facilidad de limpieza  y resistencia, es que son antialérgicas por los que se pueden usar en interiores. Los principales materiales de las alfombras de verano son:

Otro tipo de alfombras sintéticas son las vinílicas, las cuales no sólo son muy fáciles de limpiar y no acumulan polvo, sino que también son antihongos y antibacterias, por lo que se recomiendan para las personas alérgicas o asmáticas también dentro de casa. Son impermeables –idóneas para cocinas y baños- pero sí se alteran los colores con la incidencia directa de los rayos del sol, por lo que es recomendable que en exteriores queden bajo un techo o cubierta.

Las alfombras de fibras vegetales -sisal, yute, cáñamo…- visten el suelo con calidez y a la vez transpiran, ayudan a regular la humedad ambiental. Las de algodón, son muy resistentes a las altas temperaturas tan típicas de los meses de verano, además de no acumular electricidad estática y tener un alto poder de absorción de la humedad, por lo que se pueden poner en el exterior pero a cubierto de la lluvia. La mayoría son lavables siempre que la lavadora soporte el peso. El cáñamo tiene un aspecto similar al algodón, pero es más resistente, aislante y fresco, siendo ideal para recibidores y salones. Por su parte el sisal, algo más áspero que el yute, es flexible pero vulnerable a la humedad, por lo que se recomienda su uso en interior, fuera de la incidencia de los rayos del sol.

Si buscas materiales más exóticos, has de saber que hay alfombras de coco, para las cuales se utilizan las fibras cortas de la cáscara del coco. Es un material muy resistente a la humedad y al desgaste, aunque tiene un tacto áspero y rugoso. Otra opción son las algas marinas, que crean alfombras lisas, de pisada muy agradable. Resistentes e impermeables, son ideales para cocinas y baños y no se recomiendan en climas muy secos. Una tercera posibilidad son las de tablillas de bambú, de tacto suave, las cuales hay que aspirarlas a diario y aplicarles aceite para que no pierdan color. Son resistentes, ideales para salones, pasillos y exteriores.

Mención merecen también las de papel, las cuales se realizan con fibra de papel prensada combinada con otros materiales como algodón o lana. El papel aporta resistencia y los otros materiales, suavidad. Por su tacto agradable, pueden usarse en cualquier habitación. Además, como la fibra de papel es muy compacta, acumula menos polvo que otras fibras y es ideal para alérgicos. Para limpiarla, basta con aspirarla y llevarla a la tintorería cada temporada.

Aunque encajan muy bien en ambientes rústicos, el gran éxito de las alfombras de fibras naturales es que combinan fácilmente con cualquier otro tipo de decoración, desde la más clásica a la más actual. Depende de cómo estén trenzadas -bouclé, espiga, panamá…-, tienen un aspecto más sencillo o más sofisticado. Además, se pueden encontrar en el color natural de la fibra o teñidas con colorantes especiales. Si los tonos naturales favorecen un ambiente armónico y sereno, los tintes le dan un toque más dinámico y alegre. Para crear diseños originales, los expertos destacan que también se pueden combinar fibras del mismo material, unas en color natural y otras teñidas.

Hay firmas que incluso  dan un paso más y ofrecen la posibilidad de personalizar las alfombras, bien eligiendo la combinación de tintes a utilizar sobre las fibras vegetales, bien escogiendo los colores de los materiales con los que se combinan estas o el ribete con el que se protegen los bordes. Este ribete evita el deshilachamiento y, al mismo tiempo, ofrece grandes posibilidades decorativas porque puede fabricarse con diferentes materiales y en distintos estampados y colores. Una idea muy decorativa es jugar con el color del ribete y las cortinas o las tapicerías, ya sea coordinándolos o buscando el contraste.

Todo tiene un «pero» y, si bien las alfombras de fibras vegetales son bastante resistentes al uso, por sus componentes de tintura y el carácter natural del hilo, requieren unos cuidados de limpieza más particulares. Esto significa aspirarlas a menudo y evitar que se derramen líquidos sobre ellas, pues las fibras vegetales son muy absorbentes. Si se manchan, debes actuar inmediatamente, limpiándolas con un trapo de algodón blanco que absorba la mancha antes de que lo haga el material. En cualquier caso, la resistencia y durabilidad varía en función del tipo de fibra -el coco es el más resistente al uso y las algas marinas a la humedad-, de si la trama es más o menos compacta -cuanto más tupida, más resistente- o de si se ha tejido a mano o a máquina -más resistente-.

Para cuidarlas se les debe aplicar un tratamiento que les dé resistencia al agua y a las manchas. Si la alfombra es reversible, hay que aplicarlo por ambas caras y dependiendo de las condiciones de uso, se aconseja repetirlo cada 1-3 años. Para aplicar este tratamiento deberás acudir a la tienda donde la compraste y tener en cuenta que puede variar ligeramente el tono de la fibra. También existen tratamientos antifúngicos para protegerlas del moho producido por la humedad.

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